Recuerdo mi infancia cuando, para casi cualquier cosa que te pasase, las SuperMadres tenían en su poder dos productos milagrosos: el Vick Vaporub y la Mercromina. Podías caerte, desangrarte, arrancarte la piel a jirones, dejar de respirar tras una buena paliza, ¡daba igual! un poquito de uno en las rodillas y otro tanto de otro en el pecho (precaución: pega el pijama a la piel) y estabas a salvo de todo.
Me gustaría hacer una llamada de auxilio para saber si algún Superhéroe podría ponerle un poco de estos remedios al Mundo, que se cayó hace un mes por una cuesta sin frenos y cada día le cuesta más respirar.